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La Ciudadela de Roses constituye un importantísimo conjunto histórico que abarca desde el siglo IV a. C. hasta el XIX. Hay restos arqueológicos de época helenística y romana, de una villa medieval, con su recinto amurallado y una pequeña basílica románica. Todo ello encerrado en una fortificación renacentista construida durante los siglos XVI y XVII.
La Iglesia parroquial de Santa María es un edificio de tres naves, con crucero y ábside poligonal con girola. Fue construida, en una primera fase, entre 792 y 1796, siguiendo al parecer un proyecto del ingeniero de la Ciudadela, Pedro Martín Cermeño. Resultó muy dañada durante la guerra del Francés y, entre 1853 y 1864, fue reconstruida por Martí Sureda. De esa época es la fachada, que quedó inacabada y no se completó, en su aspecto actual, hasta los años noventa del siglo XX.
Los vestigios arqueológicos son testigos silenciosos de aquellos tiempos pasados. Me maravillo al contemplar las ruinas de antiguos edificios, los restos de murallas y los mosaicos que cuentan historias de tiempos remotos. Cada piedra tiene una historia que contar, y me siento privilegiado de ser parte de esta historia viva.
Pero Roses no es solo un museo al aire libre, es una ciudad viva y vibrante. Las calles están llenas de vida y energía, con una mezcla de tradiciones antiguas y modernidad que se entrelazan de manera armoniosa. Es emocionante ver cómo nuestras raíces históricas han dado forma a la identidad de la ciudad, creando una comunidad diversa y acogedora.
La cultura florece en cada esquina de Roses. Exposiciones de arte, conciertos, festivales y eventos culturales llenan el calendario durante todo el año. Es un lugar donde artistas locales e internacionales encuentran inspiración y donde se celebra la creatividad en todas sus formas.
Pero no solo de cultura vive Roses, también somos bendecidos con una naturaleza impresionante. El Parque Natural del Cap de Creus y los Aiguamolls del Empordà nos ofrecen paisajes de belleza indescriptible. Desde acantilados escarpados hasta extensas áreas de humedales, aquí se puede disfrutar de la tranquilidad y la paz que solo la naturaleza puede brindar.
Situado en la punta de la Poncella, sobre el faro de Roses. Fue edificado a partir del año 1544 para defender la villa de los ataques piratas. Su planta tiene la forma de una estrella de cinco puntas, con las aristas muy anguladas y estaba equipado con baterías de cañones que defendían el puerto y la villa.
El castillo de la Trinitat está situado en la punta de la Poncella, sobre el faro de Roses. Fue edificado a partir del año 1544 para defender la villa de los ataques piratas. Su planta tiene la forma de una estrella de cinco puntas, con las aristas muy anguladas y estaba equipado con baterías de cañones que defendían el puerto y la villa.
El Castillo de Bufalaranya se accede desde un camino que sale de la carretera de Roses a Cadaqués. Está documentado desde el siglo X como posesión del monasterio de Sant Pere de Rodes. Al parecer, hacia el siglo XI ya fue abandonado. Tiene una planta más o menos rectangular, adaptada al terreno. Se conservan algunos restos de la torre de homenaje.
La Torre Norfeu es una torre de vigilancia situada en un promontorio costero, de la que sólo queda la parte inferior, donde había una cisterna de agua cubierta con bóveda de semiesfera. Fue construida en 1599 y formaba parte de la red de fortificaciones que defendían la costa de los ataques piratas. Es de planta circular, ataludada, y originalmente medía más de 7 metros de altura. Está hecha con sillares de buen tamaño, irregulares y sin trabajar. Fue destruida por un rayo a mediados del siglo XVIII.
El Faro de Roses fue construido entre 1847 y 1864. Consta de un edificio de planta baja cubierto con una terraza del centro de la que surge la torre de planta circular del faro. Originalmente funcionaba con aceite y, desde 1921, con electricidad.
