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Puigcerdà es un municipio de la provincia española de Girona con una superficie de 19 km2. Es la capital de la comarca de la Baixa Cerdanya. La fiesta mayor se celebra del 16 al 19 de julio.
Está situado a una altitud de 1202 metros en el Pirineo catalán en el amplio valle del río Segre directamente en la frontera con Francia. En 1922 se conectó a la red ferroviaria y se convirtió en un lugar de veraneo.
Puigcerdà fue fundada por el rey Alfonso II de Aragón, conde de Barcelona, Rosellón y Cerdanya, hacia 1177 y se convirtió en capital de este último condado en sustitución de Llívia.
Los terremotos, los incendios y los conflictos fronterizos son los responsables de que se haya conservado poco del tejido histórico de los edificios. En medio del pueblo sólo queda un campanario gótico de la iglesia de Santa María, que ya no existe. Sin embargo, hay un ambiente animado en las estrechas calles del centro de la ciudad que hace que la visita valga la pena.
Su economía se basa en el turismo y el sector de la construcción. Los mercados son multitudinarios (cada domingo, hay mercado y frecuentemente se realizan ferias artesanales). Es un centro importante de deportes de invierno y dispone de unas cuantas estaciones de esquí a pocos kilómetros (La Molina y Masella). Gracias a su localización, y por el hecho de ser una capital del Pirineo catalán, es un punto de partida de excursiones de todo tipo para conocer todos los rincones de la comarca.
La comarca de la Cerdanya, ubicada en el noroeste de Barcelona, en el Pirineo axial, se caracteriza por su rica historia y su valioso patrimonio cultural. En cada uno de sus núcleos se puede apreciar la arquitectura religiosa románica, que ha dejado una huella significativa en la región.
Uno de los municipios destacados de la comarca es Puigcerdà, que además de ser la capital de la Cerdanya, alberga un patrimonio cultural y etnográfico único. La ciudad se encuentra en una ubicación privilegiada, rodeada de montañas pirenaicas y prepirinaicas, lo que le confiere un entorno natural impresionante.
Dentro del patrimonio cultural de Puigcerdà, destacan varios lugares de gran relevancia. Sant Andreu de Vilallobent es una iglesia que se destaca por su arquitectura románica, que invita a explorar su interior y descubrir su belleza. Sant Domènec es otro punto de interés, una muestra más del rico legado románico de la comarca.
La Capella de Gràcia es otro lugar que merece ser visitado. Esta capilla histórica nos permite sumergirnos en la historia de la región y apreciar la belleza de su arquitectura. Sant Jaume de Rigolisa, Sant Julià de Age, Sant Marc y Sant Tomàs de Ventajola son otros ejemplos de iglesias románicas presentes en Puigcerdà, cada una con su propio encanto y atractivo.
La Cerdanya, en general, cuenta con un patrimonio cultural diverso y extenso, que va más allá de la arquitectura religiosa. A lo largo de los años, la región ha desarrollado una identidad única y valores propios, que se reflejan en todo su territorio. Explorar la Cerdanya implica descubrir su historia, su cultura y su encanto natural, una experiencia enriquecedora para los visitantes.
La primitiva iglesia del convento de Sant Domènec, fundado a finales del siglo XIII, resultó muy afectada por el terremoto de 1428. Aunque se salvó gran parte de la estructura, tuvo que ser reconstruida en buena parte dando lugar a un templo de menor altura y descabezado en la parte del ábside. Fruto de aquella reforma del siglo XV es la portalada, hecha con mármol de Isòvol, con arquivoltas apuntadas que descansan sobre columnas con capiteles esculpidos. Posteriormente, todavía ha tenido que sufrir diversas reformas, una de ellas a principios del siglo XIX y la última después de los destrozos de 1936, que tuvieron como consecuencia la destrucción total de la iglesia de Santa Maria y la conversión en parroquial de la de Sant Domènec.
Es un edificio de una sola nave, con cubierta a dos aguas soportada por grandes arcos ojivales, y cuatro capillas a cada lado. Al lado de la puerta principal hay una puerta que da acceso al baptisterio, donde se instaló una arquivolta procedente de la desaparecida iglesia de Santa Maria. En el interior del templo se conservan unas interesantes pinturas murales góticas del siglo XIV (que tratamos por separado), una Sagrada Familia (1957) del escultor Montané Mollfulleda y unas espectaculares vidrieras modernas.
